Et omnia vanitas

Et omnia vanitas. Reflexiones sobre la vanidad en la obra de Natalia Sandoval.

Los únicos instantes favorables

son aquellos que nos expulsan fuera del tiempo.

— E. M. Cioran.

Fugacidad, efímero, banalidad, vanidad o decadencia son términos que dan forma a esta exposición presentada por Natalia Sandoval en la Sala Pequeña del Museo de la Universidad de Murcia, en la que explora desde su mirada imágenes y objetos que componen este ensayo personal sobre el género artístico de la vanitas. Tales términos con los que presentamos su exposición, su trabajo y su conclusión ante imagen, memoria y existencia, conforman también el género artístico que Sandoval aborda desde las disciplinas, estudio y procesos de la tradición artística occidental. Es decir, dibujo, pintura y escultura, en su definición y materialización más clásica, componen el campo de batalla donde la artista pregunta al espectador si todavía, ahora, es posible que lo inevitable deje de pasar inadvertido.

Se produce aquí, en la vanitas explorada por Sandoval, una relación atemporal que acontece en toda contemporaneidad, una visión que nos enfrenta, como a un rostro traspasado por el tiempo, ante la reflexión sobre lo último a pesar de todo cambio y transformación. Una bofetada de realidad sin fisuras, una única certeza que devela, en el fondo, la inscripción que en ese punto de partida obligaba al viajero en Delfos a conocer el mundo, Γνώθι σαυτόν (Conócete a ti mismo), como nos aborda el mosaico en nuestro paseo romano por las Termas de Diocleciano.

De alguna manera, Natalia Sandoval, desde un modo atemporal que obedece al concepto de vanitas, nos presenta aquello no visible que somos, mosaico que deviene como en el Coro de piedras de T.S. Elliot:

¿Dónde está la vida que hemos perdido viviendo?

¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?

¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en información?1

Una estancia ósea, fragmentada, a punto de desaparecer absorbida violentamente por un agujero negro que es tiempo y muerte, nos escruta para preguntarnos si es posible, ahora, que lo inevitable conviva en la reflexión de nuestra propia experiencia, en la aceptación de aquello que somos y no vemos, como objetos que son a su vez joyas —a modo de recordatorios—, de nuestro paso efímero por un abismo donde únicamente lo perdido es aquello que puede reconfortarnos ante lo que ya no somos.



Josep Tornero, septiembre de 2022.

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1 T.S. Elliot (1981): Poesías reunidas 1909/1962. Madrid, Alianza Tres.